jueves, 1 de julio de 2010

Nicholas - Primer Capítulo

Prólogo

Propiedad Satyr, Toscana, Italia
1823

Era luna llena y una noche de Llamada.
Los Señores de los Sátiros se encontraban en silencio en el punto de encuentro sagrado en el corazón de la antigua viña de la familia. El instinto los había impulsado allí. La necesidad los alimentaba.
Se detuvieron debajo de una gran estatua –la más imponente de aquellas que rodeaban la aislada cañada. Encima de ellos sobre un pedestal, Baco estaba de pie congelado en piedra. Las parras se entretejían en su pelo, y llevaba una copa de vino se su una mano extendida como si estuviera ofreciendo un brindis en celebración de lo que estaban a punto de hacer.
El primer rayo de la luz de la luna disipó las tinieblas, empapando a los Señores en su plata, revelando su desnudez. Casi al unísono, fueron embargados por calambres que se extendieron cruelmente sobre sus estómagos tensos. Se encorvaron, sus rostros retorcidos en muecas. Crudos quejidos, mezcla de dolor y placer estallaron en sus gargantas cuando ocurrió el último cambio físico de la noche de la Llamada.
Nicholas, el mayor, se recuperó primero.
Sus ojos dieron un rápido vistazo de la cañada. Estaban protegidos, lo sabía. Los desconocidos nunca iban allí. Cuando los seres humanos se acercaban demasiado eran repelidos por una fuerza que no comprendían.
Quiso enderezarse y ponerse de pie, aliviado de que la agitación hubiera pasado. Odiaba sentir la indefensión que siempre acompañaba el Cambio. No podía permitirse ser vulnerable, ni siquiera por ese breve momento. Había demasiado en riesgo.
Sería peligroso que alguien viera a él o sus hermanos en este estado. Era una criatura extraña ahora, apta solamente para un harén o burdel que satisficiera a aquellos con un gusto especial por lo bizarro. Justamente la clase de lugar que solía frecuentar, él tenía un muy especial sentido del humor.
Se tocó, deslizó un pulgar y dos dedos a lo largo de la recién despertada carne de la raíz a la cima. Su pulgar encontró la gota de humedad en el pliegue en su punta y la desparramó despreocupadamente.
El último Cambio de Moonful lo había dotado con este nuevo eje de hueso y tendones- esta segunda polla rasgada de su propia carne. Se extendía larga y dura desde de su pelvis, y temblaba con hambre. Solo ligeramente un poco más pequeña que la enorme polla que ya se encontraba arraigada bajo la mata de vello, ansiaba el alivio tanto como su gemela. La calmó, acariciándola. Imitando la bienvenida que descubriría pronto entre muslos de sexo femenino, mientras esperaba que sus hermanos pasaran por un cambio similar.
A su orden, los jirones de niebla que se movían por la cañada comenzaron a girar en círculos para luego detenerse, tomando forma - cambiando. Las formas iridiscentes surgieron del vapor y se solidificaron en Shimmerskins - mujeres inanimadas habían atendido al sátiro desde tiempos remotos. Sus suaves manos acariciaron su recién cubierto tronco, brindándole confort.
Momentos después, los tres Señores se movieron para perseguir sus placeres individuales separadamente. Sus instintos eran más animales que hombres ahora, sus mentes atraídas por un solo objetivo.
Las Shimmerskins se movieron ante ellos como autómatas exuberantes, preparándose diligentemente para cumplir el papel para el que habían sido diseñadas. Ansiosamente, caminaron silenciosamente a los pequeños altares planos que salpicaban la cañada. Sus sonrisas eran vacuas, sus movimientos planeados.
Pechos y abdómenes se apoyaron sobre el granito frío cuando se inclinaron hacia adelante sobre las lajas de piedra, con sus piernas extendidas y sus pies descalzos plantados en el musgo. Sus orificios automáticamente humedecidos y preparados mientras se postraban, aguardando el placer de los Señores, justo como legiones incontables de su clase se habían brindado allí durante siglos.
Cada hermano escogió a una Shimmerskin y se acomodó detrás de ella.
La luz de la luna captaba el resplandor de cobalto de sus ojos cuando Nicholas se puso de pie sobre una Shimmerskin dorada. Con sus pulgares, presionó las puntas rojizas y agotadoras de sus pollas en las aperturas anales y vaginales expuestas. Al igual que sus hermanos, necesitaba dos aperturas de sexo femenino inmediatamente para su primera cópula de esa noche. Su segunda polla requería solamente una eyaculación y se retiraría después dentro de él hasta que el Moonful del próximo mes.
Sus palmas se aplanaron sobre la piedra a los costados de sus caderas. No la preparó como debería haber hecho con una mujer humana. Las Shimmerskins no sentían dolor. O placer, aunque lo fingían bien.
Un retumbo bajo brotó en su pecho mientras miraba su suave y brillante trasero. Con un áspero gruñido, se hundió profundamente.
Ella gimió como siempre hacían las de su clase cuando eran violadas. Cerca, sus hermanas se hicieron eco del sonido femenino. No significaba nada, lo sabía. Todo lo que hacían estaba programado para incitar la pasión del macho. Para él solo tenía un propósito y ella lo llevaría a cabo, sin importar lo obsceno o vicioso que pudiera ser.
Se retiró y se hundió otra vez, y otra vez. Dobles punzadas la sacrificaban a sus pesados movimientos rítmicos. Sus tejidos adoraban sus pollas como puños mojados, llevándolo a su liberación con precisión metódica.
Vagamente, sintió la exultación de sus hermanos en su rutina, y eso alimentó la suya. La sangre Satyr los vinculaba, causando que compartieran las emociones cuando la tensión las agudizaba.
Por largos momentos, la descarnada bofetada de acalorada carne sonaba fuerte en el silencio de la cañada. Nick cargó con absurda, despiadada fuerza, ansioso de recibir las atenciones de las otras Shimmerskins cuyas manos lo tocaban y acariciaban, mientras aguardaban su turno.
Faunos, ninfas, faeries, y ménades esculpidos en la roca y para siempre enzarzados en abrazos carnales miraban el enfermizo escenario con lozana aprobación. Baco sonreía con indulgencia, satisfecho.
El éxtasis se disparó, la pasión de cada hermano se basaba en la que el otro experimentaba. Por un rato, Nick se perdió debido a la cópula animal.
Al final, sus testículos se elevaron, se tensaron. La cruda necesidad se enroscó en su vientre.
Tres gritos triunfales de liberación sonaron casi inmediatamente. Cálidas semillas mojadas fueron arrojadas. Los pasajes interiores de las Shimmerskins convulsionaron en aceptación.
La respiración de Nick atravesó como una sierra sus pulmones en el período subsiguiente a la satisfacción angustiosa y vacía.
Apretó sus dientes contra el nuevo dolor mientras su segunda polla, ahora saciada, retrocedía del ano y el trasero de la Shimmerskin al interior de su pelvis. El afilado borde de la necesidad no se había embotado. Pero requeriría solamente una apertura de sexo femenino ahora.
La Shimmerskin dorada se disolvió en la nada de la que venía. Nick puso una víctima fresca bajo él.
Órdenes masculinas y gruñidos se mezclaron y flotaron sobre senderos de neblina. Todos fueron capturados por una suave brisa mientras los Señores de los Sátiros saciaban su lujuria hasta el amanecer.

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